Paolo, Paolito
ese nombre italiano
suena a grito,
felicidad auténtica,
motor acelerado,
canto feliz,
rostro feliz y a veces contrariado,
cuando no logras
imponer directrices
en lo que ya te piden
tus raíces,
ir a menudo ritmo
y con cuidado.
Espadachín, futbolista,
bailarín y cantor
al mismo tiempo.
Explicame a medida
de tu acento
cuando vas a venir
y, en nuestro encuentro,
darme ese beso cálido
que espero.
Mientras me vas cantando
tus hazañas, hablando
de carros o de aviones,
y repasando números y mapas
me vas diciendo
la respuesta exacta
para esas incógnitas que llevo.