Nunca fueron tus palabras
tan mías.
Nunca fue tu dolor
tan de nosotros,
caminando en la ruta
donde las cosas pasan
con su estigma y su miedo
cubriéndonos y enlazándonos.
Nunca fueron tus huellas
sembradas en mis huellas,
como en estos momentos,
que ahora signan mis pasos,
a un dolor tan largo,
tan esperanza vieja.
Tan dolor que no muere,
tan lágrima y hallazgo.
Nunca sentí tu causa
cubriéndome la espalda
como un abrigo viejo
que se hace propia piel
y propia carga.
Así supe:
que no perecerás.
pues no te has ido,
a pesar de la edad
que tenga la distancia.
Nunca estará tu tumba
vacía de recuerdos,
a pesar de la ausencia
que vivieron tus huesos
sembrados en el patio
de los cruentos silencios.
Ven a vivir con tu vivir
de vidas
sin que pueda la muerte
¡sellarte con sus pasos!