No importa cuantas lunas,
no importa cuantas eras,
ni cuantas añoranzas
de la alegría primera.
Yo seguiré soñando
en mis mañanas nuevas
esas simples promesas
y esas tontas respuestas.
No importa cuanto mire
el tiempo, primaveras
ni cuántas soledades
en mi visión se quedan.
Sólo importan los frutos
de la amigable ofrenda,
los cariños sentidos
y el amor, en la entrega.
No importa cuanto sueñes,
ni cuán larga es la espera.
Todo juega a brindarte
lo que se da y se queda.
Todo juega a aplaudirte
otra puesta en escena
y sin saber la historia,
simplemente te premia.