Necesito la tarde
cuajada de silencios,
la luz que se desguinda
del árbol taciturno
al pie de la ventana
para morir tranquila
a los pies de la alfombra,
en medio de la sala.
Necesito,
la calidez de un rostro
mirando satisfecho
la luz entre las alas
de las aves que pasan.
Necesito esta tarde,
un sueño que no tuve,
la entrega o la esperanza.
Una quieta penumbra
cerrando las cortinas
mientras el tiempo pasa.
Necesito,
esa historia
que se repite ancha
más allá del requiebro
de las voces que abrazan
cantando sus historias
triviales, cotidianas.
Necesito decir,
con muy pocas palabras
que ya no hay más
susurros
en los días que avanzan.
Las voces se llenaron
de cantos para el alma,
y entre recuerdos vivos
de pequeñas hazañas
un clamor enriquece
lo tranquilo del alba.
Necesito esta tarde,
la nueva,
la enquistada
melancolía que posa
sus dedos en mi almohada
recordando los ecos
cansados de distancias.
Necesito esta tarde
incrustada en la búsqueda
de las sombras
que vagan
para encontrar las causas
que ahogan nuestras ansias.
Necesito esas horas
que deslindan mis trades
de tus tardes perdidas
en búsquedas de nada…