¿Qué misterios se encienden
después de la oscurana?
¿Qué gemidos se escuchan
después de los silencios?
¿Qué sonrisa se cierne
sobre la faz que llora,
cuando llorar es todo
lo que pensamos siempre
ante lo inevitable,
lo fortuito o deseado,
lo pretendido, lo único
que nos puede ocurrir
en esas tontas horas
del indeseado insomnio?
¿Qué misterios se ciernen
tras los ojos ocultos,
un velo que se rasga,
un sonido profundo,
un deseo fortuito
que atraviesa la noche
cuando estamos desnudos?
¿Qué misterios se ciernen
tras la paz de los días?
¿Qué misterios sobreviven
en la ventana abierta
tratando de atrapar
las nubes que se acercan
en abiertas porfías?
¿Qué misterios en toda
la noche que dormita
mientras estas despierta?
Y, ¿qué giros, girando
va estrenando la luna
oculta tras las sombras
de los fornidos árboles,
más allá de la huerta?
¿Qué misterios perviven
en augusta inocencia,
de los sueños que fluyen
sin que tu, te des cuenta,
marcando algún compás
para nombrar tu ausencia?