Me puse las ganas de bailar y bailé.
Me puse las ganas de llorar y lloré.
Me puse las ganas de pensar y luché.
Y luché mucho, sin que se viera el cambio.
Al final del cansancio y del camino
me consiguió tu voz.
Y tu voz retumbó fiera en mis bríos.
Me paré y caminé junto contigo
haciendo de tu voz, la voz de mis delirios.
Ahora sigo por ti la extensa senda
que me lleva, en tu voz, hacia otras tierras,
otras liberaciones y compuertas
que se abrirán al fin,
oyendo de tu voz las directrices.
Me puse las ganas de cantar y canté
todas esas canciones que surgieron
de la lucha de ayer, en el convenio
de mantener la lucha, sin claudicar,
sin tedios.