Me llego triste el recuerdo,
recordándote,
tan preciso y tenaz
en los silencios.
Hubo un adiós fortuito,
sin avisos,
y un silencio muy largo
sin abrazos.
Pero no fue la pena
pendiente de la huida,
fue la pena pendiente
de tu última palabra
y de todas las palabras
no escuchadas.
Fuiste avaro
en los pocos
visos de nuestro encuentro.
Fue un silente y pasivo
recordar los momentos.
Un instante perdido
dentro de otros instantes
llenos de desencuentros.
Una fabula triste
urdida en los momentos
en que estabas ausente,
ante mi,
muralla sin lamentos.
Y yo,
que pude hablarte,
callé.
No entiendo por qué causa.
No entiendo por qué empeño.
Hoy, me llegó triste el recuerdo
de sentirme muy triste
con tu eterno silencio
cosido a mi silencio.