Dientes de leche,
huecesitos tiernos
que hacen sangrar encías
y se sueltan diciendo:
«es difícil crecer,
pero ya es tiempo
de abandonar el nido,
para que crezcan
esos dientes más duros.
Para duras mordidas
y, los que seguirán en tí,
si tu los cuidas,
más allá de ser grandes,
para toda la vida».
Basta limpiarlos
después de las comidas,
después de levantarte
y antes de acostarte,
según dicen las normas
de la Odontología.
Como un juego de magia,
mostrarán, cada día
qué fuertes y qué limpios
lucen en tu sonrisa.