Lánguida flor,
la que tu mano toca.
Mirada indescriptible
en su mensaje.
Angustia de tener
máximo alarde
que se pierde en el rictus
de tu boca.
Púrpura que se agita
con el beso,
agitando latidos y proverbios,
en un mar desbordado
de olas y de peros,
sin lograr ocultar
miradas y deseos.
Es la savia gritando
desde todos los vértices,
desde todos los poros
y todos los halagos,
y todos los deseos
sugiriendo las notas
para un último gesto,
en el sentir-dar
de lo anhelado,
cubriendo lo que sueñas
con tus besos…