En un laberinto
de penas y huidas,
de búsqueda y llanto,
se van los caminos
que, a veces, cruzamos
dejando al entorno
el eterno canto
de lo presumido,
de lo esperado,
de lo que se busca
sin haber hallado
razón en la búsqueda
que inicia el cansancio.
Y esos laberintos
que siempre buscamos
son los que se llevan
los mejores años…
siempre sonriendo
a nuestras expensas:
los muchos enfados,
las muchas tristezas,
los muchos insomnios,
los muchos misterios
envueltos en tules
para el desagravio,
las muchas mentiras,
los tontos pecados…