Cuando ante mí se extiende
la verde gravedad de mi terruño,
siento la tierra mía,
al hombre, a la pena del hombre,
cimientos y alegría.
Cuando ante mí se extiende
la verde gravedad de mi terruño,
no tengo más fortuna
que el infinito azul acompañando
a ese eterno verdor que me estremece
con la feliz nostalgia
de los recuerdos niños.
Cuando ante mí se extiende
la verde gravedad de mi terruño,
¡qué preludio, que música
podría comparársele!
Cuando ante mi se extiende
la generosa alfombra de mi tierra
siento cantar la alegría y la tristeza,
me pertenecen la tierra y el cielo
y las aguas que bañan su grandeza.
El olor de la tierra
se convierte en color en mis sentidos,
sensaciones, imágenes verdi-pardas,
amarillos, naranjas, siempre verdes,
azules luminosos que debilitan y mueren
en rojas llamaradas por la tarde.
Vetustos troncos y sombras incansables
ocri-negras siluetas que siempre
me acompañan.