Hay una vaca magra
que repite mi sombra
mientras muge,
con un mugido triste,
que confluye
en la pobreza triste
de mi canto.
Es que la vaca magra
siente pena
por ella misma
y la unidad del canto.
Porque no tiene brechas
la querencia
de cantar la verdad,
viviendo a diario
la misma sed,
la misma decadencia.
Es que la vaca magra
que se queja
ante el vasto paisaje
trasegando
toditas las palabras
que me quedan,
sabe de las miserias
de una vida
que parece cosida
al desencanto.
Va y le susurra al río,
que la deja
con el mismo vaivén
del hasta cuando.
mientras tanto
mi insomnio, crece y crece,
aletargando el ruido
de sus pasos.