Oigo cantar los grillos,
los grillos tienen cierta
su celda entre las hojas.
Oigo croar los sapos,
que también están presos
en su húmedo espacio.
Miro al árbol cercano,
me le quedo mirando.
También el árbol tiene
tan solo el largo
de sus brazos,
y no es libre,
no es libre,
más allá del abrazo
que le brinda el perenne
escudo de su tallo.
Y me pregunto ahora,
en tanto o entre tanto:
si hasta los grillos tienen
sus celda entre las hojas
y son felices dando
sus saltos y más saltos
¿qué más da si mi celda
tiene tan solo un cuarto?
Mira ese cielo y vaga
por todos sus espacios…