A fuerza de mostrar
su poderío,
en la fronda profunda
del paisaje,
vienen la noche
con su oscuro traje,
mientras el sol
reduce su celaje
y hay un trinar
de pájaros volando,
inusitadamente,
hacia el ramaje
de los más altos árboles clamando,
altura y libertades
por la tarde.
Es tiempo de descanso
en la vigilia
de un día que oscurece,
mientras nombra
cada minuto,
en el azul poniente.
Cada hora en el cuadro
de una noche,
que avanzando, resguarda
los sueños y las sombras
vestidos de guardianes
caracolas
para la suave música
del viento.
Es hora de los sueños,
que envanecen
nuestros grandes deseos
y pasiones.
Ya van las esperanzas,
prometiendo,
mayor seguridad
contra los miedos
y mayor compresión
a los errores.
Mientras, logramos
en el olvido diario
esconder los temores
que vivimos
y soñar los placeres
que deseamos…
en este mundo real
que a diario compartimos…