Ella júbilo y canto,
ella mañana nueva,
ella himno y decreto
hurgando en las fronteras
de una noche con luna
o de un sol sin esperas.
Ella fuego y bandera
en la propia conciencia,
comunión de ocasiones
en las noches desiertas
de los cantos a duo,
cuando apenas despierta
la placidez del viento
tras la ventana abierta.
Ella limite o norte,
ella siempre a la espera,
aisladora profunda
de las voces que llegan.
Ella siempre en la zafra
de una esperanza añeja.
Ella remota y próxima,
ella en la paz que brindan
las palabras que siembras.
Ella, la no encontrada
libertad que tuvieras.