La Mujer Que No Vimos
La Mujer Que No Vimos

La Mujer Que No Vimos

Pasó ayer por la casa

la mujer que no vimos.

Se entrecerró el perfume,

cerrando los postigos.

Dejó un aire de gracia

que solo presumimos.

Una sonora risa

que asomó a los oídos,

una voz cantarina

que nunca percibimos,

en todos sus requiebros.

Un ligero rumor,

que no logró enseñarnos

el descifrado acento

de ademanes y giros.

Salió,

los pasos presurosos

nos dijeron

que tenía otra urgencia

aguardando a su paso.

Nos quedamos mirando

la certeza en los ojos

y pudimos medirla,

curiosos al antojo.

 

La mujer que no vimos

se nos quedó en la sala

donde un rayo de luz,

hacía su presencia

y la borraba.

 

La mujer que no vimos

pasó ayer por la casa,

no pudimos mirarla,

pero quedó en las gasas

de la brisa pasando,

hilando las certezas

de una risa que queda

atrapada en la sala.

Sostenida en el tiempo

de un aroma que cruza

apenas distinguiendo

entre tantos perfumes,

su perfume de invierno

y entre tantas verdades

una mentira tonta,

que hilvanamos

a través del olor y la distancia.

 

La mujer que no vimos

se nos quedó en el alma.

Trajo un algo confuso

y sonriente en la gracia.

Allí quedó el reflejo

de una sala desierta

que puso un tono místico

a la estancia.

 

Todavía recuerdo

la mujer que no vimos

su aroma entró en el aire

oteando en mis sentidos.

No la he tenido cerca,

pero siento que pasa

cada vez que estas puertas,

las de la antigua casa,

quedan entrecerradas

o entreabiertas…

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