La muerte
dice sorprenderte,
pero es la consigna.
Se queda arrellanada,
buscando tus secretos.
Desterrada enterradora
no te quita los ojos.
Tu desnudez
solo pende de un hilo.
Un hilo largo, largo.
Tu,
consigues tejer con el
los infortunios.
La muerte,
se para tras de tí
oteando tu horizonte
sin regresos.
Ilesa vas y vienes
rebuscando en tus sueños
antiguas marejadas
y antiguos marineros.
Todo pasa volando,
la luna, y sus luceros,
con un collar de cuentas para contar tus rezos.
Y la muerte vigila
tu camino desierto
donde ya no aparecen
los fantasmas primeros.
Cada cosa en su sitio
espera tu regreso.
¿Y la muerte?
¡Que espere…
No estás pensando en eso!