La casa andando
su propia soledad
sin decir nada;
pero, tan vieja al fin,
tiene murmullos:
una brisa que pasa,
dos relojes que andan
con sus propios resuellos,
una ventana entreabierta
en busca de milagros,
un olor a perdidos
olores que no existen,
una quietud de tumba,
un eco que, intranquilo,
de vuelta en cada esquina
y se vuelve, y se acuesta,
un recuerdo guindado
en viejas telarañas,
una brisa que pasa,
y una vieja que dobla
las palabras que sueña.
La vieja casa andando
en pos de sus quimeras…