José Ana
José Ana

José Ana

Viejo: como el largo camino, 

como el conuco, viejo. 

Como la sonrisa siempre, 

como el relicario viejo. 

 

Como la paz que sientes 

aunque la ausencia es larga, 

como los «epa mija» 

y la bondad del alma. 

 

Como esos viejos cuentos 

que se alargan y alargan, 

en un dormir de niños 

que sueñan el mañana. 

 

Como las tantas cosas 

que atesoramos siempre, 

tu recuerdo se mueve, 

fluido en mi corriente. 

 

Fuiste mitad mi padre, 

mitad un abuelo bueno, 

mitad luz y sonrisas 

que escapan sin quererlo. 

 

En tu burro, paciente, 

desde el conuco añejo, 

siempre vas en mis sueños 

con tus mejores gestos. 

 

Esos ojos que brillan 

con resabido esmero, 

legan paz a mis sueños 

y a mis antiguos miedos. 

 

Eres siempre mi rayo 

de luz desde lo lejos 

con tu cabeza blanca 

y gentiles consejos. 

 

Eres tú, en mi memoria, 

siempre cariño bueno, 

mi grata compañía 

y mi Quijote negro.

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