Irme de mí, escondidas
anegada en la nada
que circunda mis horas
y amanecer calmada.
Estoy aquí, pulsando
la quietud del abrazo,
a veces: pleno sueño,
aveces: tiempo mágico.
Esconder mi silueta,
tiempo en el desamparo,
rogando por los días
eternamente largos.
Cuando cualquier sonrisa
ilumina mi rostro
en cualquier noche quieta
y en cualquier desenfado.
Y es que tu piel perdura,
aún en mi regazo,
porque cada minuto
se torna largo y cálido.
Y me olvidé, de pronto,
del tonto desamparo
que me cubrió de nuevo
en ese ahogo largo.
Es así como pasan
los tiempos que soñamos
a veces cielo oscuro,
a veces cielo claro…