La tormenta se vuelca
irrespetando
la piel y el alma de la buena tierra
y abriendo surcos, ríos
la posee,
inundando sus venas y su vientre
con humedades tristes
y certezas.
Muerte, miseria, vidas,
perdidas las cosechas
de plantas y de crías
llega la tempestad
su dominio en las tierras
más pobres y oprimidas
y el corazón, sensato,
nos convida
a ofrecer más amor
a aquel que menos tiene.
Mañana,
el mañana parirá
nuevas sonrisas
en los rostros de hoy,
que miraron pasar
vidas, recuerdos, casas
en el sombrío encuentro
de las aguas
con la sedienta geografía,
que las llama
cada vez que los cálidos efluvios
de corrientes internas
en los mares
van a buscar enfriar
sus vertederos
en las quietas orillas
de las playas.