Cayendo vienen,
cayendo
sobre un mar de tempestades,
sangre bastarda del pueblo.
Sangre que sabes a vino,
cuando el que la esta bebiendo
saca a la muerte
provechos,
con plata, risa y ascensos.
Muerte que me sabe amarga,
muerte que me vas abriendo
la llaga de las angustias,
la venganza en el anhelo
y un llanto en los ojos fríos
de un luto fiel
que no ha muerto.