Hoy He Sentido Nostalgia
Hoy He Sentido Nostalgia

Hoy He Sentido Nostalgia

Pareciera que ahora

puedo tomar mi propia dirección:

cumplí cincuenta,

podría virar

a derecha o izquierda

sin que eso tenga

ninguna repercusión

en lo que ocurre,

ni en la vida de otros

ni en mi vida.

 

Eso me asusta

me asusta levantarme

sin exigir a nadie nada,

sin que me exijan algo,

que es lo mas triste

que me pasa.

 

Me asusta la soledad

que me fabrico

cada día

con una eficiencia

tan loable,

que no se suponer

lo indispensable.

 

Desde este mi balcon

observo la ciudad

mirándome a mi misma

aquí y allá

las luces que se encienden,

poco a poco.

 

Hacia el oeste,

las nubes, antes blanquecinas

se visten de guirnaldas:

gris-amarillas,

roji-azules,

blanqui-naranjas

todas ellas voluptuosas

haciendo sentir al sol

su señoría,

mientras éste se rinde

entre los cerros.

Es plácida y callada

la vista desde aqui,

largas filas de carros

se mueven mansamente

por las yuxtapuestas

autopistas.

 

Pronto abrirán las puertas

y entrarán

los hijos que aún nos quedan

en la casa.

 

Pronto se irán también

a hacer lo propio

mientras me sumo

a este eterno pensar

que no quiero abandonar

ni me abandona.

 

Pronto también vendrá

el hombre

a quien hace años,

amarre a mis veladas.

 

De cuando en cuando 

golpean a mi puerta

ecos pasados

y los llamo.

Desde alguna cocina

un olor me recuerda

otros olores,

llevándome a la infancia:

me oigo,

risa niña

junto a la risa complice del padre

que sabía entender mis travesuras

muchas veces penadas

por la madre,

la entrada sigilosa

hasta mi cuarto

donde huraña me encerraba,

algún jugo de fruta

o algunos chocolates

y la invitación,

inequivoca

de caminar mientras tanto

por la playa,

¡que luna tan hermosa

tuvo la mar entonces!

cuando cantando,

altiva,

se alzaba sobre el mar

la voz profunda 

de mi padre

y que niña feliz

aquella que seguía 

sus huellas

recién hechas

en la orilla.

 

De tanto en tanto

vuelvo a sentir el olor

de las rosas del patio,

el golpear de las hojas de los platanos,

la humedad de la lluvia

en el limonero

excitando suavemente

aromas y corolas.

 

Recuerdo entonces

el patio cuajado de mangos,

detrás de los aleros.

Techos viejos y palmas,

nubes y más nubes

ignorando el espacio…

 

Todo esto lo perdi

cuando perdi mis trenzas

y los pantalones cortos

que escondía mi falda.

 

Hoy he sentido nostalgia,

pero es bueno sentir

que en algún pequeño espacio

aún se agita el chiquillo

que llevamos por dentro

y qué duplicidad

la de sentirme ahora

pequeñita y anciana

¡al mismo tiempo!

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