Abriendo tu canoa
hacia los cauces
de los ríos eternos.
Mirando el cielo abierto
reflejado en las aguas
parduzcas de su seno,
va una queja enraizada
en tu melena negra,
una mirada terca
buscando redimir
las luchas que ayer fueron
y hoy esperan.
En la flecha cuajada
de asombros y destinos
vas pariendo la patria
que perdiste hace siglos.
Hermana india,
hermano indio:
amo tu lengua mágica,
desde el bronce feliz
de tu piel aceituna,
tus ojos alargados
y la serena gracia
de tu estirpe.