Hay tantas verdades
trajinando el aire.
Quien no lo conoce,
quien el sordo se hace,
quien grita y acalla
su grito de alardes,
mira en los recodos
la verdad que invade
desde las esquinas
hacia todas partes.
Entonces, sin tregua
ya pronuncian todos
lo que vió la tarde.
Esa tarde de hojas
bailando en la calle.
Eran las verdades,
toditas, desnudas,
en el mismo baile…
Yo oí los susurros…
Todo el mundo sabe
que las voces se alzan
cuando el miedo sale.
Parecía vendimia,
todita la tarde,
con nubes rosadas,
amarillas, blancas,
entre alas azules
en gasas y tules,
cubriendo detalles.
Entre el remolino
todas las verdades
en boca cerrada
con las viejas llaves;
y ahora entonando
su himno, en las calles.
Yo oí que cantaban
las hojas al aire:
un himno a la vida
en un mar de salves,
y sin gran impacto
a mis fantasías
me subí entre nubes
y canté a la vida…