Estar en tí,
como todos los días,
alerta a los suspiros
y a las tretas.
Estar sin confundir
cuando tropiezas
con las ganas de irme
a otros caminos.
Estar en ese estar
que mas parece
desesperada espera
en una tarde
que nace de pensar
en otras tierras.
En otras ilusiones,
en otras verdaderas
ganas de colocarme
en las riberas
de alguna mar voraz
y zambullirme,
con toda mi certeza
para luego sacar,
erguida, la cabeza.
Seguir,
rumiando soledades
en tu entorno
revoloteando en pos
de otras quimeras.
Estar en tí, sin tí:
¡menuda y triste empresa!