Espera, me dices,
y esperas que hurgue en mis cicatrices
los recuerdos guardados que no anhelo,
porque dispararían los deseos
de este verte sin mi que no consigo.
Espera, me dices,
y encuentro muy tristes mis horas más tristes
con las horas tristes que me regalaste
en los desenfrenos de exiguos caminos,
de juncos arteros y nidos vacíos.
Espera, me dices,
y ya no consigo sentir lo que dices
en el desamparo de mirarme triste,
de sentirte triste estando conmigo,
y es un desatino que sigamos tristes,
si no entiendo como dices lo que dices.
Espera, me dices,
y tu voz se pierde
entre los matices
de una tarde eterna
que se siente triste…