Esos días que parecen
convidar a la tristeza
a un silencio contínuo,
pesado, permanente.
Donde sólo presientes
las voces más sentidas
y se cuelgan los hábitos
del deambular constante;
en idas y venidas
sin ir a alguna parte.
Te sientes en desgano
y en desgano levantas
tu búsqueda sin viajes.
Nada perturba entonces
la pesadez de verte
sin palabras y aislando
tu contacto del mundo
que, inadvertidamente,
sigue dando sus vueltas
sin sentir lo que sientes.
Esos días son tantos
y usan tanto tu nombre
que ya te pertenecen.
Son esos días grises
desterrados, silentes…