Esa Patria que narran en los libros
no es ese estrecho mapa dibujado
por la mano del hombre
o sus delirios.
Es esa masa grande, indivisible,
bañada por océanos azules, libertarios.
Esa Patria grandota
con su corazón grande,
siempre me ha parecido
dibujada por Dios.
Jugando a arena y líquidos la hizo,
amparada por himnos
canturreados
por las razas primeras,
que al inicio,
hollaron superficies
de estas tierras
viniendo de otros mundos
extraños y lejanos
para encontrar su mundo,
antes que otros,
caminaran los predios
del principio.
De la amplia Patria
y sus vitales savias,
habitando las selvas primitivas,
recorriendo los ríos majestuosos
que llevaron al mar sus idealismos,
cantando una canción
tan llana como el llano,
tan libertaria y ancha,
que cantaron los pájaros cantores
al mismisimo Dios, que sonreía,
mirando hacia las cumbres
blanquecinas de las altas montañas,
maravillas,
del venturoso suelo
a quien humillan.
Cuando los navegantes recorrieron
aguas marinas, ríos, selvas, llanos,
pusieron en los mapas los trazados
concediendo terrenos, pertenencias,
de lo que estaba escrito en las conciencias
de las etnias primarias.
Así se despojaron vidas, tierras,
aludiendo a un poder que no sentían
las antiguas figuras pobladoras
de venturosas tierras prometidas
por el Dios mismo a las gentiles almas.
Con su Dios impreciso, cobijaron
maltrato, esclavitud, despojo, insania,
y dioses naturales, mutilados,
se resguardaron en sombrías vallas
esperando el nacer de unir tres voces
en una sola voz en avalancha.
Tuvo América profundas cicatrices
surgieron a la par himnos y luchas,
sembrando así su suelo
de héroes y de mártires,
redimidos ahora en la idea unitaria.
Esa Patria que dicen en los libros
tiene la gran misión de hacerse grande
redimiendo en sus hijos cada falta
que hizo de El, mendigo de su tierra
y esclavo del poder que le negaba
ser dueño de su suelo de cosechas.
Amo absoluto de su destino libre
y señor de los predios y las ansias
de una raza mezclada de querencias
que ama la libertad, antes que nada.