Es Hasta Aquí
Es Hasta Aquí

Es Hasta Aquí

¡Es hasta aquí! 

¡No vengas!

Y la mar arrastraba 

con olas, cada ofensa, 

y se batía la espuma: 

más allá y más allá 

de las olas más altas 

haciendo un maratón 

de espumas en las aguas. 

 

¡Es hasta aquí! 

Y hasta ese hasta aquí 

seguía rumiando el agua, 

desparramando burbujas 

en su zafra, 

batiéndose en la ofensa, 

como fiera enjaulada 

por el poder del viento 

galopando en su danza. 

 

¡Es hasta aquí que llegas!

y la ola llegaba…

¡Ahora es hasta aquí, 

y no estas invitada! 

Y las olas, fructíferas, 

¡desplazaban más fuerza 

sobre la tibia playa! 

Y reíamos juntos, 

aplaudiendo las ganas 

de ganarle a la mar, 

pero la mar ganaba. 

 

De repente, una ola: 

la madre de las olas, 

la abuela de las olas, 

el papa de las olas, 

toditas se juntaban, 

haciendo una montaña 

de espumas y de agua. 

 

Tan rápidas como altas, 

llegaban con su furia 

a las puertas del patio, 

que ya estaba cerrada, 

con un pum, pum, batiendo 

contra el pecho y garganta, 

corrimos hasta el patio, 

cerramos bien la puerta, 

les pusimos las piedras, 

que allí se aposentaban, 

desde hace tantos años 

como tiene la casa. 

 

Y la mar, en su estruendo 

la puerta reventaba, 

y corrimos, gritando, 

rápidos en la marcha 

hacia la otra puerta, 

la que a la calle daba. 

 

Y el mar: entró glorioso 

invadiendo la casa, 

parecía un mal sueño 

la forma en que lanzaba 

cada mueble pesado, 

como si le estorbara 

ese atacarlo todo 

que su vientre gritaba. 

 

Así quedó inundada 

nuestra querida casa, 

nosotros: ya en la acera 

sentados, temblorosos, 

reíamos, rezabamos, 

prometiendo, a distancia, 

no decir groserías 

y respetar las aguas, 

que, aunque parezcan mansas, 

¡es mejor no azuzarlas!

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