Es Esta Vieja Casa
Es Esta Vieja Casa

Es Esta Vieja Casa

Es esta vieja casa que me pide

recontar los recuerdos enlazados

en el pueril collar de la niñez.

 

Mis pasos, ya libertos

buscando con los pies

el calor del contacto

entre este piso cálido

y mis miembros.

Trayendo a mi memoria

 cada encuentro,

cada olor,

cada susurro intenso

de la brisa que pasa

y va diciendo

las verdades que vió

y que fue abriendo

en un loco abanico

de enseñanzas.

 

Es esta vieja casa que me habla

con su voz achacosa y delicada

de mis primeros llantos de muchacha.

 

La calle calcinante,

el vaho del mediodía,

los cambures al sol

tornándose amarillos,

los pájaros alegres,

bailoteando,

entre los verdes pliegues

que ocultan el racimo.

Las gotas de rocío

entre los frutos

añadiendo a la miel

el dulzor de un suspiro.

 

Es esta vieja casa que me dice

con todos sus recuerdos y tantas añoranzas

que todo está escondido en sus matices.

 

Las sonoras pisadas

regresando

de la escuela cercana.

La voz de madre

recordando normas.

La voz de padre,

sensitiva y honda

con esa seriedad

que se burlaba

de la pronta sonrisa

que asomaba

al vernos regresar

de la jornada diaria.

 

Es esta vieja casa que recuerda

todas las cosas idas, que quedaron

sembradas para siempre tras la puerta.

 

Las largas carreteras

construidas

para largos carritos

de madera,

donde cada estación

pertenecía

al mejor constructor

de la familia.

Y poco a poco

el grito del vencedor

callaba

cuando el hambre

centraba

su mayor interés

en la cocina.

 

Es esta vieja casa que saluda

como una vieja amiga mi llegada

y hace surgir en mí, pura nostalgia.

 

La paz,

siempre engendrada por la brisa,

la notoria fluidez

de las cosechas,

almacenadas

dentro de la sala.

La pila verde

de tiernos aguacates,

el fluir feliz

de amarillos y rojos

en los mangos,

el agridulce olor

de las naranjas

y el verde terco

de dulces guanabanas,

ganadas por la gula

en nuestros corredores

que cobijaban risas

y aspavientos

por todo lo engullido

en nuestras bocas,

mientras nuestras miradas

encontraban

una que otra lechosa

brindándose a la ofrenda.

  

Es esta vieja casa que no olvida

que alguna vez sembramos en su espacio

toda la libertad que nos cobija. 

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