Una pimpina: arcilla roja
donde el agua se asienta
y se va enfriando.
Un suelo de tierra,
una escoba de ramas,
un cuarto donde se apilan
las frutas y verduras
de una cosecha alegre.
Un atol,
arroz, azucar,
una hojita de naranja
tapando el ben refresco
en botellas
siempre recuperadas,
siempre limpias.
Un canto de madera
con la carga.
Un sombrero
que se quita
cuando hablas
y, pensativamente,
te rascas la cabeza.
Una cabeza altiva
donde bailan
las canas de hace siglos
de tu tierra,
asomando en tus ojos
de esperanza.
Eres tu siempre
urgiendo tu recuerdo
cuando te voy pensando
en mis palabras.
Y tu sonrisa
inquieta, bailotea
un de aquí para allá,
de remembranzas.