Entre sombras y gritos
de una fuerte jornada,
ya la luna se esconde
huyendo al panorama.
Las calles se hacen solas,
sin pasos, ni palabras,
y los ecos murmuran
las frases que faltaban.
Era un país sin rumbo
que a la ofensa marchaba.
Eran miles clamando
su sol de madrugada.
Era esperanza inútil
las piedras que lanzaban,
y regalaban los presos
de ayer y de mañana.
Así se fue la historia
amalgamando todas
las frases que lanzaba
una y otra conquista
cantando el bravo himno
que hace tiempo cantara
con el pecho y la vida
lanzando las palabras.
Y fue zafra profunda,
feliz y descarnada.
El pueblo, bravo y fiero
a las calles tornaba.
Y, oyendo el bravo himno
que la gente entonara
se fueron agrupando
los ecos, ¡en el alma!
Y fue de ronda y gritos
que abrazamos el alba…