Cuando las ondas luchan
por quedarse en su sitio
y acariciar las plumas
de las alas que pasan,
rozándole los rizos.
El viento avanza y juega
según su propio ritmo,
relegando las ganas
de las ondas en giro.
¡Poca ilusión de onda,
largo señor el río!
Pero,
más fuerte el viento
que lo empuja a destino,
distendiendo sus aguas,
según los mismos ritos
de perder los contornos
frente al mar infinito.
Es que el mar es muy grande,
el viento tan estricto,
el río, consecuente
y la ola, un suspiro.