En invernal declive,
sobre el río se tiende
el manto de las nubes,
haciendo sus piruetas
a mansalva,
dejándose llevar
por la brisa que pasa.
Trashumantes,
sin treguas,
el batir de las alas
diferentes tamaños
y colores,
en un incierto adios
hacia otros horizontes
de cálidas mañanas.
Vertientes, en el río
se le fueron formando,
al aluvión que pasa,
delegando el marchar
a hojas danzarinas
que, confusas,
se miran mientras nadan
en las aguas.
Invierno tomo ya
la plaza entera,
haciendo un redoblar
de gotas en la tierra,
siempre desprevenida
y siempre seca,
antes de adormecerse
en la avalancha.