Impoluta, cambia el color
y vuelve
a la eterna sonrisa.
Monalisa retira
su, ya visto, retrato.
La ciudad hace mengua
de los rostros baratos,
y paga en un suspiro
sentimientos y arraigos.
Vuela la música
hacia lejanas calles.
Pasos, ahora inseguros,
se preguntan
cómo salvar el alma
y la vendimia.
Desmoralizados líderes
pululan
como moscas certeras,
sobre el plato caliente:
¿otra elección de más?
¿otro puesto vacio
enseñando sus redes?
Impoluta:
la ciudad mide y sonríe,
captando sus vivencias
se pregunta:
si puede imaginar
de sus quehacers
tanto benefactor
de oficio y de rutina…