El río y la mar
se encuentran
para contarme sus cuitas,
desde el alba, hasta la noche,
hablan y hablan de citas
con las tierras que han dejado
detrás de cada visita,
con las nubes,
que las siguen
en búsqueda de conquistas,
más allá de las montañas,
ciudades, montes y villas.
El Sol,
no sabe qué hacer
cuando a ambos investiga,
en sus cientos de deseos
y sus miles de conquistas,
si van pasando y se besan,
en su seno, a las orillas…
La Luna, por otra parte,
hurgando en las cosas íntimas,
les investiga las causas
de la continua vendimia
y continuos arrebatos
entre ambos y sus cuitas.
Porque el río
ama a la mar
y, desde siempre, suspira
cuando va entrando
a sus olas
muy quedamente
y sin prisas…
Mientras la mar,
lo recibe,
mientras la luna vigila,
entre dormida y despierta
pero feliz de la vida,
ella recibe las aguas
del dueño de sus sonrisas.
Cada sonrisa, una ola,
cada ola, una caricia…