El Río
El Río

El Río

Cada uno a lo suyo,

me dijo, otrora, el río

cuando a su orilla fui

buscando alivio.

 

Yo a mi correr de siempre,

marginando,

raíces vegetales, basuras

y peñascos.

 

Tu a tu andar sigiloso,

incauto e inconstante,

con tu henchido pulmón

como único equipaje,

haciendo versos

o divisando auroras

en tu clamor constante.

 

Yo discurro;

tu asumes

el cuestionar futuro,

pero todo en silencio.

Pero yo susurrando

por la vida que vivo,

hago ruido de piedras

y se oye lo que digo.

 

A mi que me descubra

cada sed caminante.

A ti que no te lean

las páginas fugaces

que escribiste en penumbras

para esconderlas luego

de sentirte culpable.

 

Te muestro yo

mi cuerpo cristalino,

desnúdate ante mi

y muéstrame tu imagen,

pues los versos que escribes

están ciegos

y quieren ver la luz

para buscarte.

 

Yo moriré en el mar

sintiendo que la sal,

a veces, me despierta

y tu iras a la tierra

para rendir el último

homenaje a tu quimera.

 

Serás, tal vez,

un soplo de ceniza

metido en el follaje

de los árboles:

pero yo te veré

despertando en los ojos

que lean esos versos

que escribiste,

cuando viniste a mi

buscando alivio

y detuve mi andar

para encontrarte.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email
WhatsApp