Parar el recontar
del día a día,
con la misma doctrina
en pos del alba,
resumir la molienda
en una dádiva,
explicar sin pedir
explicaciones
que nos lleven,
por siempre,
a los viejos temores
de los viejos fracasos
y a tantos sinsabores,
pasando por pensar
cuál es la práctica
que defina mejor
los pormenores.
Viejos y relegados
componentes de ayer
que no hacen falta.
Ya basta de buscar
lo no perdido,
ya basta de lucir
la vieja máscara;
que todo viene y va
según parezca,
a ese viejo vivir
que nunca acaba.
Y razonar, es ya
como la máquina
cargada de emitir
las viejas prácticas
en ese ir ir y venir
de las llamadas
ignoradas por siempre
y siempre amargas…
Ya basta de sufrir
¡quitémonos las máscaras!
Hagamos de los sueños realidades
y del vivir hagamos
la esperanza
del futuro mejor
y del mañana,
anunciando en su sol,
¡las nuevas dádivas!