El amor nos llegó
esta mañana
como satanizando
a las estrellas.
Le hicimos exorcismos
de caricias
y está jugando
con la luna llena,
quien también se quedó
para mirarnos,
minutos antes
de que el sol saliera.
La luna esperó al sol,
y, entre tanto,
se puso un brillo tempranero
con la augusta melena.
El coloso titán
llegó muy solo,
desplegando las alas
de mi sueño.
Y me quedé mirando
como el augusto astro
le hizo un guiño a la luna
entre los cerros.
Y la luna se fue,
pensando acaso,
en lo bueno de amar,
amaneciendo.