Duelen mucho los silencios en tu ausencia,
lo que pensabamos decir y no dijimos,
lo que aparentemente dijimos no sentir,
pero sentimos.
Dándonos al contacto despedidas
por lo que no aclaramos ese día
o muchas días separados.
Duele ahora el silencio
por todas esas risas sin compartir,
todos esos secretos que guardamos,
esos secretos niños fraguados hace tiempo
y relegados
a un olvido tan tosco, que no quiso lustrar
las pieles agrietadas sin abrazos.
Duele el silencio siempre,
cada vez que te llamo,
con miradas esquivas al pasado.
Tu rostro ya no fluye como antes
a mis evocaciones.
Cada tanto,
tengo que dibujarte en mi silencio,
siguiendo a tu silencio tan avaro.
Es que duele el silencio que nos une
con ese desamor de los fracasos.
No quisiste contarme tus secretos
yo no te quise hablar de mis desmayos.
Y siendo tan sinceros y lejanos,
tu sellando tus labios, yo callando,
fuimos de desencuentro en desencuentro
sellando nuestra alma y nuestros labios.
Ahora duele el silencio, antes que nada,
por la añoranza fiel a tu retorno,
que no tendrá lugar, mas que en mis sueños
que te siguen soñando si te nombro,
a pesar del silencio en tu silencio.