Dormir y pretender
que no te pasa nada
que el destino no ríe
tejiendo nuevas grietas,
inculcando los miedos
a las horas inciertas,
llenándote de dudas
por todas las certezas,
llenándote de absurdos
cada sueño que llega.
Dormir para creer
que no existen fantasmas,
que has quedado rendida
por tus propias hazañas
y eres la protectora
de las horas inciertas,
donde van las ideas
a pagar penitencia
por repasar las cosas
que no tienen respuesta…
Dormir, la mejor arma
de estar siempre despierta…