Para tantas andanzas,
doña,
un relicario.
Anciano como tu
con las cuentas pulidas,
de tanto manoseo.
Para tantas andanzas
un letrero que diga:
«Recuerda mis consejos!.
Una misa de gallo,
un nacimiento viejo
que muestra cicatrices
de tanto estar dispuesto
sobre montañas verdes,
ilusorias montañas
de aserrín y papel
tan bien dispuestos,
y sus lazos,
su colorín de caras
y espejos,
donde peces y patos
ríen a carcajadas
de tanto palmoteo,
de la dueña de casa.
Doña:
ya debe estar cansada,
vaya a su viaje largo
sin prisas de regreso,
vaya a mirar los suyos
que esperan,
el evento.
Deje el campo tranquilo
con su siglo despierto
y despierte a las luces
que prenden en el cielo.
Cada vez que se va un alma
tan plena de recuerdos.
Doña,
cierre los ojos,
y amanezca por dentro.