Dolida,
solitaria y perdida
en mis ocasos,
sosteniendo las bridas
de mi canto
en los tantos momentos
anunciados.
Perdida,
en ese eterno afán
de unir los lazos
que más nos apasionan
al fracaso,
que por siempre será
duda y hallazgo.
Dolida:
en ese dejar ser,
de cada instante,
blandiendo en la ventana
mi estandarte
de ese llegar a ser
que se hace tarde.
Perdida:
en el franco egoísmo
del recuerdo,
que me impide soñar,
lo que en los sueños,
despierta mis verdades
y mis miedos.
Dolida:
entre tantos pesares,
en vigilia,
suponiendo una paz,
que solo hostiga
esa marea alta,
siempre viva;
cual olas invocando
la llegada,
una vez y otra vez
a nuestra playa.
Sorprendida
se ser la misma ola
que vigila
ese eterno tornar
a mi guarida,
sin tener conciencia
de esa huída
que traiciona mi canto,
que traiciona mi herida,
que traiciona la esencia
que yace aquí, escondida,
reclamandolo todo
en la siempre porfía
de idealizarlo todo,
¡cuando todo se olvida!