Dile que no al momento
cuando te sientas triste,
y el alma, acongojada,
no entienda las excusas
de su tristeza larga.
Dile que no a la brisa
cuando quiera llevarse
los versos que esperabas
en esa triste tarde
que tuviste esperanzas.
Dile que no a la lluvia
para que no disuelva
los recuerdos que vagan
inundando tu alma
con el llanto tranquilo
de las gotas que danzan.
Dile que no a la luz,
que hoy no nos abraza
en este claroscuro
que siembra las imágenes
para la pena larga.
Dile que no
a los sueños,
imposibles tesoros,
que alguna vez soñamos,
¡para endulzarte el alma!