Desde las últimas fronteras,
el sol asoma sin querer.
La Tierra, dolida ya,
descompuesta, cabalga
para la nueva era:
otra batalla
en todas sus fronteras.
Todo viste de luces
que circundan la añeja
ansias de libertades
que, aquí y allá, nacieran.
Allá, donde el suelo fecunda
sus mejores promesas,
se escucha el despertar
de andares y propuestas.
Todo retorna y cala
como profunda huella,
en un mar sumergido
por la esperanza añeja.
Se debaten derechos,
se aquilatan las horas
que viven consumiendo
ese querer de siempre,
que yace aquí, tan dentro,
de nuestro ser que elige
su lucha o su lamento
por las nuevas batallas
y los perdidos sueños.