Desde la ubre de azules
de la noche,
un vendaval de luces
se regala
dando a la superficie
de las aguas
los brillos desiguales
que se entregan.
Duerme la faz tranquila
en horizonte.
En algún punto del soñar,
despiertan
las notas tristes
de una canción tan triste
que ha conquistado
mi corazón en vela.
Y no da tu soñar
para las tantas galas
que, interponiéndose
a la paz en fuga,
pide a las directrices
del planeta
un aletargamiento
de sus huellas.
Un ir tranquilo
trajinando tiempos,
rememorando
lo que se ha perdido.
Una añoranza
por un adios furtivo,
que no guarde rencores,
que no duela.
Cuando ya se engalanan,
con corazón de nube,
las piruetas del viento
mientras la noche vuela,
desde la ubre de azules
del azul infinito,
hasta el azul oscuro
dibujado en mi vera.