Desde la avalancha
de futuros pasos,
de cantos de aurora
envolviendo mansos
suspiros de brisa
que vuelan despacio.
Desde mis cien días
desde el largo abrazo
que buscó mi pena
para unir los lazos
que poco a poquito
fuimos amarrando.
Desde el casi nunca
veriendo en la brisa
los grandes suspiros
en cortos espacios,
se vino el te quiero
y se fue el cansancio.
Desde el casi nunca
hasta el «hasta cuando»
sonreimos juntos
y en vez de callarnos
soltamos sonrisas
envueltas en años.
Tal vez disfrutando
los cansados pasos
sobre el mismo suelo
que siempre soñamos,
midiendo los sueños
para cada espacio.