Desde allá,
desde donde se marchan
todas esas gaviotas
para cruzar la mar
sobre un velero raudo
que golpea al pasar,
instigando al recuerdo
que descompone agendas.
Desde allá,
en prematura entrega.
Desde cuando no guardas
los silencios que acusan
cada tiempo en la agenda
de los eternos mitos,
de las eternas sombras,
de las eternas alas,
de placenteros vuelos
y pérdidas nostalgias,
es cuando más te llegan
las tristezas pasadas.
Desde allá,
desde no sé qué sombras,
cautiva de mi misma,
alargo la estatura
de las cosas que guardo
y las palabras últimas.
Esas que no has oído,
esas, por las que lego
un seguro sendero
donde pintar plegarias.
Desde allá,
para nunca olvidarme
del recuerdo que pasa,
de la alondra en su vuelo,
queriendo más distancias,
del sueño que deduce
todo cuanto me falta
e intenta trasnocharme
invadiendo mi alma.
Desde allá vuelo raudo,
¡que fustigue mi calma!
Desde allá las promesas,
esas que siempre asaltan
en un ser o no ser
lo que, una vez, soñaras…