Desde antiguas edades,
cuando el sol va oscureciendo
marcándose en la tarde
solo para revivir
los cuentos y los salves,
desde cada rincón,
en claroscuro acto
y lujo de detalles.
Desde la antigüedad,
que nunca te persuade
para cambiar los nombres
de viejas entidades.
Desde tu propia piel,
piel propia de mensajes
que sugieren las culpas,
las ganancias, los ayes,
los eternos cumplidos,
los eternos ramajes
que buscaron la musa
sin preguntar a nadie.
Desde allá,
donde nunca
supimos superar
las pérdidas fronteras
o los grandes alardes,
es desde allá que busco
la promesa, el ropaje,
que se lleve la angustia
que todo el tiempo yace
entre mi yo y mi canto,
tu alarde y mis alardes.